Vania Pigeonutt
Verónica Espinosa, una de las periodistas más experimentadas en el estado de Guanajuato, dice que en sus 30 años de carrera sólo empezó a escuchar el término fixer alrededor de 2017.
Guanajuato ha sido el estado más violento de México durante tres años consecutivos, con la tasa de homicidios dolosos más alta en todo el país, de acuerdo al Informe de Incidencia Delictiva del Fuero Común emitido por el Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública.
Hasta octubre de 2023, Guanajuato continuaba siendo el estado con el mayor número de homicidios dolosos al registrar 2,024; le seguían Baja California (1,958), Estado de México (1,756), Chihuahua (1,576), Jalisco (1,095), Michoacán (1,088) y Guerrero (1,073).
En su labor periodística, Verónica cubre con destreza el flagelo de los feminicidios y la violencia contra las mujeres en Guanajuato. También es coordinadora de corresponsales de la revista mexicana Proceso y ocasionalmente trabaja como fixer. Las solicitudes que con más frecuencia recibe son aquellos que buscan guías locales en el municipio de Celaya, que es el corazón de la zona conocida como Laja-Bajío.
“Celaya y los municipios circundantes; toda esa zona ha presentado cobertura periodística por incidentes muy fuertes como bloqueos carreteros, incendios de vehículos, tiroteos en vía pública, masacres en viviendas, en comercios, en negocios como restaurantes, bares”, detalla.
Verónica indica que hacia el final de la presidencia de Felipe Calderón, entre 2010 y 2011, el despliegue de la estrategia militarizada contra el crimen organizado provocó un fuerte aumento de la violencia que continúa hasta la fecha. Las organizaciones criminales que se sabía operaban en la zona eran La Familia Michoacana, Los Templarios y Los Zetas.
“En esas ocasiones empezaron a venir compañeros, particularmente de unos medios de Estados Unidos. Me contactó una reportera. Había dos temas que les interesaban: los negocios del cuero calzado que, como se sabe, León es una ciudad que tiene una aportación muy significativa en este sector, y también el tema de las mujeres presas por delitos relacionados con el aborto en el 2009”, recuerda. “Después a Guanajuato ya fueron más medios. A mí me buscan, y yo más bien les he recomendado a otros compañeros que están en la zona específicamente de Celaya, porque ahí es donde tienen el conocimiento territorial”, comenta.
A pesar de los riesgos de hacer periodismo en zonas donde los hechos violentos van en aumento, ella nunca se ha preocupado por escribir y publicar lo que pasa en el estado porque, Verónica afirma, lo que ahí se vive es muy grave y es importante que se dé a conocer.
“Pero eso no me ha dejado fuera de amenazas, de estar expuesta a situaciones de riesgo y de haber sufrido incluso graves incidentes de seguridad. Muchas veces es algo que no valoran quienes buscan a los fixers. Creo que lo que sí tiene que pasar es que esto se reconozca”, señala.
Paloma Robles es otra periodista que ahondó en el tema de la desaparición forzada de personas en su natal Guadalajara, Jalisco. Comenzó cubriendo historias sobre las madres que buscaban a sus hijos e hijas en fosas clandestinas; esto dio paso a su trabajo como fixer e intérprete para colegas extranjeros.
“En septiembre del 2018 para nosotros era importante que se supiera [de las desapariciones], pero al principio, [dijeron] violencia no. Cuando los medios solicitaron información sobre desapariciones a las compañeras se prendió el tema”, recuerda.
Dijo que por protocolo, el medio con el que trabajaba no estaba interesado en asistir a las búsquedas que habían organizado los familiares de los desaparecidos. Fue difícil para ella explicarle al medio para el que trabajaba la grosería que significaba dejar plantadas a las madres que buscaban a sus hijos. Habían planeado el día, gastaron su propio dinero, pero el medio de comunicación canceló la cobertura.
En otra ocasión, tuvo que lidiar con la falta de empatía y profesionalismo de los colegas a los que estaba guiando. La entrevista era con la madre de una persona desaparecida. Algo salió mal en la grabación y los periodistas foráneos no se dieron cuenta sino hasta que ya iban de regreso a casa.
“Una señora cuenta su historia. [Fue] catártico, muy duro. Cuando nos subimos al carro [me dijeron] ‘Sabes qué, necesitamos entrevistar a la señora otra vez. El audio no quedó bien”, recuerda.
Paloma opina que los colegas que llegan a realizar estos trabajos deben ser empáticos con los familiares de personas desaparecidas o asesinadas, además de tener consideración de la persona que sea su enlace o fixer.
Jennifer González, que vive en Aguascalientes, se inició en el periodismo en 2009 trabajando para la ya desaparecida publicación La Jornada Aguascalientes. Cubrió las fuentes de salud y partidos políticos. Más tarde se adentraría de lleno en la fuente política.
“La primera vez que trabajé como fixer formalmente fue para un equipo que vino a hacer una cobertura sobre el tema industrial. Y básicamente mi tarea fue acompañarlos a levantar imágenes. Originalmente querían que les ayudará a pactar entrevistas o a traducir entrevistas, a hacer la traducción simultánea”, dice.
Recuerda que no firmó un contrato, pero sí se comunicó por correo electrónico con el equipo para averiguar qué necesitaban, el presupuesto y lo que haría cada día.
“El hecho de que te paguen en dólares ante la disparidad salarial por los bajos salarios en los periódicos locales mexicanos, pues por supuesto que me resultó súper conveniente. En cuanto a la experiencia y la oportunidad de vincularme con colegas de otros países, la mayor ganancia es que estoy en contacto con ellos, especialmente con el de Estados Unidos”.
Con respecto a su contribución como fixer en lo que respecta al ángulo de la historia y la narrativa, cree que ha hecho su parte.
“Sobre todo a desmitificar”, asegura. “De pronto llegan ellos con la idea de que México es un país violento. También la experiencia que ellos traen tiene mucho que ver. Un colega había cubierto violencia en el norte del país cuando Tamaulipas, Nuevo León, Durango y Coahuila estaban muy calientes; y llegó a Aguascalientes y le costó entender que aquí el crimen organizado no figura de manera tan visible y tan espectacular”.
Gracias a estas experiencias, Jennifer se ha hecho muy amiga de colegas a quienes ha apoyado explicando los problemas de su estado. Ella piensa que es una experiencia positiva conectarse con colegas de los Estados Unidos, Medio Oriente y otros lugares.